BArrios por bocados: San Telmo

Les traemos una nueva entrega de la sección de columnas que acompañan nuestra flamante Guía Gastronómica explorando la Ciudad de Buenos Aires desde su gastronomía, su cultura y sus diversas identidades, barrio por barrio. Hoy es el turno de volver a los inicios porteños y recorrer San Telmo.


texto LIC. CAMILA SUAREZ, Directora Ejecutiva del Ente de Turismo de Buenos Aires

fotos AGUSTINA OTTONELLO

@camisuarezba

@agustinaottonello 



Emplazado en el corazón del Casco Histórico, San Telmo refleja en sus rincones los recuerdos de la época colonial y trae al presente la cultura porteña y las influencias de la inmigración europea. Las calles empedradas transportan a quienes las caminan a los albores de aquella Buenos Aires del siglo XIX; mientras algún bandoneón suena en Plaza Dorrego y una pareja bailando tango transmiten la identidad porteña a los turistas internacionales, diferentes personajes de las historietas aguardan sobre las veredas las visitas de los argentinos más nostálgicos.



Identificado en sus inicios como Alto de San Pedro (debido a su posición geográfica elevada) el barrio cobijó a principios del siglo XVII el culto a San Pedro González Telmo, designado en ese entonces patrono del viejo convento de Santo Domingo, donde hoy descansan los restos del General Belgrano. Tiempo después, con la llegada de la epidemia de fiebre amarilla, las familias más pudientes se trasladaron al norte y oeste de la ciudad, lo que derivó en una transformación de la fisonomía e identidad del barrio. 


San Telmo conserva gran parte de su patrimonio arquitectónico, hoy en día completamente renovado gracias a la Puesta en Valor del Casco Histórico que llevó a cabo el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 2022. Uno de los atractivos más representativos del barrio es el Mercado de San Telmo (Defensa y Carlos Calvo), que nació en 1857 con el objetivo de abastecer a los inmigrantes europeos que llegaban a la ciudad. Declarado monumento histórico nacional, el mercado conserva su estructura interna original y es una visita obligada para aquellos turistas ansiosos de degustar una clásica empanada de carne o un buen choripan. Por su parte, los vecinos del barrio recorremos el mercado para abastecernos de algún corte de carne, panificados y frutas y verduras. Rodeado de antigüedades, uno de mis locales preferidos en el Mercado es Beba Cocina (locales 18/31) que, inspirado en las comidas de nuestras abuelas, ofrece un menú que probablemente los haga volver a la infancia por un rato.

 


En el barrio se encuentra el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Av. San Juan 350), también conocido como “El Moderno”, que exhibe una amplia colección de más de 7.000 obras de arte argentino e internacional de los siglos XX y XXI. Además de la Biblioteca del Museo, de acceso público y gratuita, El Moderno ofrece todos los meses una serie de actividades, talleres y ciclos audiovisuales para todas las edades y gustos. Clout Café, a unos pocos metros de la puerta de ingreso, saca un excelente café de especialidad y una pastelería de primera, la compañía ideal para leer alguno de los libros que la tienda del museo tiene para ofrecer. 



En San Telmo se encuentra otra de las avenidas más lindas de Buenos Aires, con su mítico boulevard en medio: la Av. Caseros, entre las calles Defensa y Bolívar, es sin dudas una de las más parisinas de la ciudad. El edificio Schindler, también conocido como el “Conventillo de los Ingleses”, supo ser el hogar de familias de clase alta del siglo XX. Un dato curioso es que su longitud de 100 metros lo vuelve el más largo de la ciudad. 



En la actualidad, el Boulevard Caseros es un polo gastronómico imperdible de la zona. Su oferta comprende cafetería de especialidad, comida vegetariana y típicos platos de bodegón porteño, como así también gastronomía italiana en un museo hecho restaurante. Este último, Nápoles Bar (Av. Caseros 449) es un lugar digno de visitar. 


A tan solo unos metros se encuentra el Parque Lezama, que supo ser uno de los jardínes más lujosos de la ciudad. Según dicen, en este espacio verde, actual sede del Museo Histórico Nacional, se llevó a cabo en 1536 la primera fundación de la ciudad por Pedro Mendoza. Al levantar la vista, se asoman las cúpulas celeste de la Iglesia Ortodoxa Rusa (Av. Brasil 315), templo que recomiendo visitar si todavía no lo hicieron. 



Los domingos en el barrio son un must para todos los turistas que visitan la ciudad. Sobre la Plaza Dorrego, la Feria de San Telmo ofrece artesanías, arte callejero, música en vivo y, por supuesto, antigüedades. Si les interesan las compras vintage, San Telmo es el lugar: a tan solo unas cuadras de distancia entre sí, se encuentran el Mercado Argentino Vintage (Humberto 1° 499) y Labeto Closet (Perú 640), dos tiendas de ropa vintage con una curaduría fantástica. 


Otro circuito interesante para conocer es el Paseo de la historieta que San Telmo comparte con los barrios de Monserrat y Puerto Madero, y que rinde homenaje a algunos de los personajes de las historietas argentinas más queridos, como Mafalda, Susanita y Manolito (Defensa y Chile); Larguirucho y Superhijitus, de García Ferré (Balcarce y México); Matías, de Sendra (Balcarce, entre México y Venezuela), y Clemente, de Caloi (Balcarce entre Venezuela y Av. Belgrano).


La recorrida por este mítico barrio se complementa conociendo algunas de sus múltiples propuestas gastronómicas, como Alfonso (Av. Belgrano 782), un pequeño local que se autodefine de "cocina nómade" debido a que todos los días cambia los platos, y Mash British Curry House (Defensa 1338), atendido por sus dueños, que ofrece una gran variedad de curries para compartir. No olviden reservar su mesa antes de ir. 


Con su arquitectura colonial y sus espacios a cielo abierto, San Telmo es uno de los barrios más concurridos por los turistas internacionales que buscan empaparse de la cultura porteña, con la gastronomía, la historia y el tango como sus principales bastiones.



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