Paquito: ¿Baires o Madrid?

De las prolíferas mentes de Germán Sitz y Pedro Peña nació hace poquito una nueva propuesta de vinos y tapas que combina la gracia porteña con la tradición de los barcitos madrileños que más nos gustan. Patas de jamón, una cava seductora y sabores de la península: de esto y más se trata Paquito.



texto MANUEL RECABARREN
fotos MÁXIMO PEREYRA IRAOLA

@manurek

@maximopi 



Guitarras flamencas y calcáreos de colores, caminatas interrumpidas para pasar del movimiento de la calle al disfrute de una caña con alguna que otra tapa. Suena a Madrid, pero es Buenos Aires.


 


Cierto, el tapeo no es algo tan nuevo en la ciudad. El boom de los bares de vino fue acompañado por una revalorización de los pequeños platitos, del comer un poquito de esto y otro poco de aquello; todo con una imprenta muy porteña. Faltaban sin embargo opciones que reivindicaran lo español, con sus sabores y costumbres, y quiénes mejor para hacerlo que los reyes de la calle Thames: Germán Sitz y Pedro Peña, expertos en plantear conceptos y crear universos. Paquito, uno de los proyectos más jóvenes del duo, propone un viaje, un pedazo de cultura, un homenaje.



Las croquetas llegaron primero y el primer mordisco es un vuelo directo a España, sin escalas. Bien crocantes y cremosas, son uno de los highlights de la casa, y pedirlas es menester. Por la ventana vemos una inmensa pata de jamón que se luce en el mostrador de la cocina, y nuestro “qué lindo sería” –en lugar de elegir, pedimos que recomiende la casa, y todo es sorpresa– se cumple inmediatamente: cortan con cuchillo y sin máquinas unas buenas tajadas que vienen derecho a la mesa acompañadas de pan recién horneado.



Si bien Paquito se presenta como un bar de tapas españolas, sus dueños encontraron ciertos espacios para dar sus toques personales. Un ejemplo perfecto está en el plato de chistorra, un embutido de cerdo tradicional de Navarra que aquí acompañan con uno de los mejores purés que probamos en el último tiempo, de coliflor y algunas otras magias que permanecerán ocultas. O la morcilla de Burgos, otro clásico, al que Germán y Pedro le agregan queso azul y peras.



La oferta de bebidas es tan variada como el resto de la carta. Caña, vermú y sidra están presentes, por supuesto, pero los vinos son parte fundamental del ADN de Paquito. Tanto es así que la cava se convierte casi en una atracción turística: está en el suelo, se recorre en espiral y convoca a ser explorada por medio de su techo/puerta/ventana, un círculo de vidrio ubicado en el piso, en el centro del salón.


 


La carta de vinos presenta un viaje por distintas regiones de nuestro país e incluye algunas figuritas difíciles de conseguir. Comenzamos la comida con una de ellas, el Albariño de Costa&Pampa. Una cepa poco común para los argentinos, de una de las zonas más innovadoras en enología. Es fresquísimo, con una acidez maravillosa para las noches de calor. La segunda botella la dejamos a elección de la casa y no nos defraudaron: Tigerstone Garnacha, de Estancia Los Cardones. Un tinto ligero, super fácil de tomar, que acompaña a la perfección los distintos platitos.


 


Por último, los postres. Son dos, nada falta y nada sobra. Una tarta de queso azul que sale con confitura de higos maravillosa, ideal para aquellos que buscan terminar con algo dulce pero no empalagarse; y un arroz con leche de una cremosidad excelsa que sale con pasas y bastante ralladura de limón, y conquistó hasta a los escépticos de la mesa.



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PAQUITO BAR

@xpaquitobarx

Thames 1999, Palermo - CABA

Martes a viernes de 20 a 00 h; sábados y domingos de 13 a 17 h y de 20 a 00 h.

+11 2074-3525





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