Crónica de acá: La Plata nos muestra su impecable paladar

Acostumbrados a mirarnos a nosotros mismos, más de una vez ignoramos a La Plata, la ciudad capital más cercana a Buenos Aires y semillero indudable de talentos (Mauro Colagreco, de más está decir, pero también muchísimos otros). Primero, reconocer el error. Segundo, agarrar la ruta y hacer el brevísimo viaje a la ciudad de las diagonales para explorar su muy nutrida oferta gastronómica, y de paso cosechar algunos beneficios para los socios del Club Cuisine.



por CRISTINA GOTO y MÁXIMO PEREYRA IRAOLA


El imparable crecimiento poblacional ha hecho de las suyas a lo largo de los años, y la famosa grilla es apenas una porción del trazado urbano, pero La Plata sigue siendo un caramelo para los amantes de la arquitectura. Es una ciudad rara, pensada en papel antes de tener cimientos, y las diagonales, tan difíciles de entender, tan laberínticas –a muchos ya nos cuesta mantener la cordura en el pequeño Parque Chás; imagínense–, son a la vez fascinantes por generar la pequeña sensación de estar muy lejos de Buenos Aires, en un lugar donde los próceres y las batallas poco importan a la nomenclatura y la gente se mueve con numeraciones y ordinales. Lo cierto es que la ciudad está acá nomás, y es un pecado visitarla apenas de pasada y con excusas efímeras como los recitales del Estadio Único o la Fiesta del Alcaucil.

Otra cuestión, para nosotros, es que nuestro cada vez más amplio Club Cuisine&Vins cuenta con su buena cantidad de socios platenses, y se nos hizo cada vez más evidente la urgencia de ofrecer beneficios con nuestra tarjeta especial que no implicaran el traslado a los barrios porteños. Partimos entonces a recorrer espacios gastronómicos, a hablar con cocineros y restauranteurs, a tomar vinos y cervezas y cocktails, a comer y comer y comer (y comer).

Hicimos mucho en un día, pero bien valen La Plata y sus alrededores una visita prolongada, o al menos de dos días. Muy buena noticia para los viajeros: ya abrió el Grand Brizo Hotel, establecimiento del segmento premium del grupo hotelero nacional líder en la Argentina, los Álvarez Argüelles. Sus hoteles brindan confort y calidad en hospitalidad y en reuniones de negocios. Desde su origen en 1951, la compañía tiene como objetivo la excelencia y, después de 68 años, conduce catorce hoteles entre propios y administrados, en varias ciudades del país –cuatro en Buenos Aires, cuatro en Mar del Plata, uno en Posadas, uno en Santa Rosa, dos en Neuquén, uno más en Salta y uno, el que estamos recomendando hoy, en La Plata.

El Grand Brizo está en el corazón fundacional de la ciudad, en la Calle 51, frente al célebre Teatro Argentino y a pocos metros de la Plaza Moreno, del Palacio Municipal y de la respetada Catedral de la Inmaculada Concepción; todos estos lugares son parte de la historia de la Ciudad de las Diagonales o de Los Tilos, según quién la nombre.

Desde Cuisine&Vins visitamos algunos de los restaurantes en el nuevo distrito gastronómico ubicado en este mismo y amplio Eje Fundacional de la Ciudad donde, además, se encuentran el Museo Pettoruti, la Casa Curutchet (meca de los arquitectos) y el Paseo del Bosque. Vamos a admitir de entrada que nos quedó por conocer el rescate del antiguo Bazar, ahora llamado Baxar Mercado La Plata, en Calle 50 al 500; un lugar para comprar, comer, aprender y compartir la experiencia gastronómica. Toda la ciudad está expectante ante esta próxima inauguración (prometimos ir para el evento; ya les contaremos) que va a contar con más de 60 propuestas culinarias, chefs y productores, la vanguardia y la diversidad cultural de la Ciudad. Tendrá un mercado de productos frescos y de estación, una terraza cervecera y un lugar de encuentro, además de una agenda atiborrada de clases, talleres, show kitchen y música.

Lo que sí conocimos: a pasos de la Plaza Moreno está Flora Cocina & Café, en la Calle 12. Gonzalo Benavídez es el profesional que creó esta propuesta familiar, luminosa, con un jardín de invierno hacia el fondo. Café, medialunas y tostadas perfuman el salón desde temprano; cerca del mediodía el brunch –huevos revueltos, blinis, panceta, tostadas, un saltado del día y jugo de naranjas– es opción aplaudible. Ensaladas, tartas y sandwiches calientes (como el de pata de cerdo) son un hit. Las tortas y tartas dulces empiezan a lucirse a la tardecita, cuando los comensales las eligen en la vitrina: enseguida salen la chocolatosa o la de manzana, opuestas pero imperdibles. Y así continua la tarde, hasta que los tempraneros nocturnos cierran la noche con crêpes salados o con un sándwich (de nuevo, pero confíen en nosotros) caliente y panqueque relleno de dulce de leche para apurar el descanso. 




La experiencia exitosa de Paesano en City Bell dio lugar a Paesano Rosso en La Plata. Con un perfil urbano, íntimo y actual, este restaurante italiano ubicado en la Av 51 al 400 venera a la verdadera pizza napolitana. El sentimiento de esta carta brota a borbotones en la elaboración ancestral –200 años– y los ingredientes utilizados según la receta y la cocción tradicional y simple y de Nápoles. Se prepara con harina de molienda, tomate San Marzano, queso Fior di latte y olivas cocidas en el horno a leña a 450 C°, unos 40 segundos. La pizza perfecta incluye la importación de la harina especial, hormas de quesos Grana Padano y Parmigiano, y semillas de tomate San Marzano plantadas en el cordón frutihorticola de La Plata. Y, por si fuera poco, un acuerdo con un molino harinero para desarrollar un producto idéntico al italiano. Un hit; muy pocas pizzas locales son capaces de competirle a esta maravilla.

Italia no es solamente pizza, y acá la cocina prepara pastas caseras: ravioles rellenos de carne braseada, fusiloni con estofado de conejo, spaghetti alla carbonara, tortelli de calabaza con manteca y salvia. Hay carnes grilladas, costillas de cordero, salmón, pollo y bife, con diferentes ensaladas, cous cous o vegetales asados.


Tal como sucede en todas las ciudades cosmopolitas del mundo, Paesano Rosso y Aperol se unieron para inaugurar la imponente terraza coctelera del restaurante, pensada para ver el atardecer, reunirse con amigos y disfrutar de la cocina: burrata con prosciutto, pizza napolitana, pastas frescas y caseras, tiramisú con pistachos más cannoli siciliano con ristretto. La música, esencial ingrediente, concilia el espíritu.

Leandro Barroso, chef ejecutivo de Paesano, puso con su experiencia también en marcha La Salumería, donde ofrece salame piamontés, jamón crudo Di Parma, Gorgonzola y mortadella al pistacchio; luego siguen las burratas, capresse, con jamón crudo o con tomates secos y
pesto genovés; y una exclusiva selección de ensaladas.

Uno de los pilares fuertes de Paesano es Matías Cardozo, bartender estrella que maneja expertamente la interminable selección de alcoholes de la casa, y tiene además su propia línea en la que se lucen creaciones de todo tipo, con nombres como Sofía Loren, Cocktails & Amici, Caperole y Zafiro. Tragos suaves, otros no tanto, bien garnisheados y completados con cordiales y otros yuyos hechos in situ.


Ya que estamos con la pizza, hacemos un par de cuadras para llegar a Abra Maestro, pizzería que para muchos de los platenses que conocemos es sencillamente insuperable. Mucho fundamentalista de Abra Maestro, en serio. El lugar hace pizza a leña en un señor horno, con productos inmejorables (común denominador en la gastronomía platense, ya que estamos) que también llegan a las mesas en noblísimos platos como risottos, pastas y otros manjares. Probamos una grandiosa pizza con rúcula, brie, nueces y tomates cherry, una ternera braseada exquisita y unos muy ricos ñoquis soufflé de espinaca y quesos varios, pero también nos hablaron maravillas del chivito a la leña, por ejemplo. Ídem con la provoleta.


En esta ciudad los empresarios gastronómicos se toman el tema en serio, y nadie parece tener menos de dos o tres emprendimientos. Matías Bertero, propietario de Abra Maestro desde hace una década, tiene otro trío de restaurantes en su haber, prepara la apertura de un cuarto, y está detrás de un proyecto interesantísimo llamado Fresco y Sano, centro de producción donde se preparan alimentos envasados al vacío.


Ahora les parece que la nota se hace larga, pero ya nos agradecerán esta infalible guía la próxima vez que visiten la capital bonaerense. Seguimos: de Abra Maestro pasamos a hablar de Moro, curiosamente el primer lugar que conocimos en nuestro recorrido. Este orden es caprichoso. Moro, entonces, o más bien Moro Finca y Fonda, es el campo de juego de Santiago Palma, un joven cocinero rebosante de talento y experiencia que se entrenó en BUE Trainers, pasó varios años viajando y trabajando en Italia, el País Vasco –¡Mugaritz!–, Inglaterra y Nueva York, y después volvió a La Plata. Tras abrir un exitoso restaurante en el centro, una propuesta supuestamente de una vez para hacer una feria gastronómica en el Club Hípico de City Bell terminó dando forma a Moro, un restaurante amplio, luminoso y rodeado de caballos (Moro, de hecho, era el nombre del caballo de Facundo Quiroga, del que se decía que vaticinaba los resultados de las batallas. El caballo, no el caudillo). 




En Moro se come gloriosamente bien. Abrió a fines de 2017 con el lema “volver a la fuente”, y cumple con la premisa figurativa y literalmente. El pastel de papa viene en una fuente, al igual que el pastrón braseado en Malbec, la lasagna y la pesca del día. Fuentes fuentes, grandes, para compartir. Todo es abundante. Las entradas que probamos incluyeron los asombrosos buñuelos de la Nona, de verdura y con crema de queso, inamovibles de la carta a pesar de que la cambian con regularidad. Las croquetas de hongos con salsa amatriciana… uff. Unos sorrentinos de calabaza con manteca de hierbas, cherrys, almendras y aceitunas negras da morire, y un tiramisú que desafía (y le gana) a cualquier paladar anti-mascarpone con café. Acá hay muy buen producto, y mucho conocimiento.




Finalmente, y como queremos mucho a Mauro, nos dimos una vuelta por Carne, en su Casa Matriz de Calle 50 al 452. Si hay algo que está cuidado en las tres sedes de la hamburguesería es la excelencia (no por nada lleva la firma de un 3 estrellas Michelin / número 1 del 50 Best mundial), pero acá hay un aura de que los sabores son todavía mejores. Los productos están bien cerca, y las hamburguesas, pocas y buenas, como debe ser, se deshacen en la boca. De paso alguna buena cerveza, un pinchito del halloumi de Juan Grande.




Si el anzuelo para ustedes fue la mención del Club Cuisine&Vins en el copete, aquí la recompensa: los socios del Club acceden, presentando su tarjeta de membresía, a beneficios y privilegios en todos estos lugares. En Flora Cocina & Café, un 10% de ahorro de lunes a jueves en sus tres sedes. En Paesano, 15% de ahorro todos los días. En Abra Maestro, un postre de obsequio los lunes a jueves por la noche. En Moro Finca y Fonda también un postre, todos los días. Pronto les contaremos sobre un nuevo beneficio en Carne.

Hagan el plan, agarren el auto (o súbanse a un colectivo, o a un tren) y exploren La Plata, una ciudad interesantísima y llena de opciones para todo sibarita que se precie de serlo.


Conocé todos los beneficios acá.



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