La caja del club: desenfado, frescura, tradición y deleite


La más reciente entrega del Club está llena de buenos vinos, ideales para conocer las tendencias, pero también para volver a los antiguos amores que se reinventan y nos sorprenden.

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por ANA PAULA ARIAS

Tejada Gómez y César Isella escribieron una vez uno de los versos más bellos del cancionero popular: “uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida”. Y así cantaba Chavela Vargas, lamentándose por un pasado que no podía volver a ser lo que fue. ¿En el vino pasará lo mismo? ¿Volver a los viejos amores enológicos trae aparejado un mal sabor? Nos lo preguntamos, y después descorchamos un Goyenechea Centenario Malbec.

Con este tinto, joven y apenas amaderado, volver al sitio donde amamos la vida (o el vino), es muy fácil. Goyenechea apela a nuestra nostalgia y, al mismo tiempo, nos da lo mejor de esta nueva era. No se desprende completamente del roble, como los tintos posmo, pero tampoco ahoga la fruta con duelas avainilladas. Centenario es un vino que les va a gustar a todos, y por eso lo pusimos en nuestra caja. La sensación es, sin dudas, mixta: por un lado, se reconoce la fuerza del terroir de San Rafael, pero por otro, es evidente su desenfado y frescura.

Como vinófilos que somos, sin embargo, debemos tener siempre un ojo en lo clásico y otro en los emprendimientos más jóvenes, que vienen a sentarse a la mesa de los grandes. Por eso seleccionamos el exquisito Contraviento, de Fuego Blanco. Una buena manera de conocer lo que está sucediendo fuera de Mendoza y familiarizarse con los nuevos terruños de moda. El Valle de Pedernal, en San Juan, se encuentra a más de 1300 m.s.n.m. y le aporta un carácter inconfundible a este tinto. Se trata de un blend de Cabernet Franc, Syrah y Malbec, un corte muy bien pensado y resultón. San Juan también se reconvierte para deleite de los que siempre andan buscando novedades.

La caja se completa con una etiqueta de moda, aunque no por eso menos compleja que las anteriores. Cordero con Piel de Lobo es el vino con el que Mosquita Muerta Wines se metió en la mesa de muchos. Si aún no lo probaste esta es tu oportunidad porque, detrás de una etiqueta llamativa y un nombre enternecedor, hay un tinto bien hecho, honesto y muuuy bebible. La mezcla de Malbec de Agrelo, Perdriel y Barrancas da un corte perfecto, donde el resultado es más que la suma de las partes. Beber este blend de terruños con unas empanadas entre semana es la mejor manera que imaginamos para acercarse a los vinos de Mosquita Muerta.

Ya sea revisitando clásicos, descubriendo nuevas latitudes o yendo a la caza de las tendencias, en Cuisine nos encargamos de que sigas bebiendo lo mejor de nuestro país, que es mucho, rico y variado.

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