La columna vinófila: Usted preguntará por qué decantamos

En el inabarcable mundo del vino, hay un elemento fetiche: el decantador. Un elemento útil pero que generalmente termina juntando polvo arriba de la alacena o, en el mejor de los casos, algún despistado lo usa de florero, ¡sacrilège! En esta nota, te damos unos tips para optimizar su uso.

por ANA PAULA ARIAS



Un decantador sirve para dos cosas: oxigenar el vino o separarlo de sus sedimentos, trasvasándolo. Sabiendo esto ya podemos ver si realmente lo necesitamos, tener en cuenta el espacio que tenemos en casa y pensar (con sinceridad) la cantidad de veces que lo vamos a usar.


Es muy importante entonces dar con el indicado en tamaño y en forma. Los típicos decantadores tipo “florero” también vienen en versiones más pequeñas, que ocupan menos espacio en la mesa. Muchas cristalerías tienen modelos más estilizados, con forma de botellón por ejemplo, que también son más estables, no se chorrean y, a los fines, funcionan de la misma manera.


Cuando un vino entra en contacto con el aire comienza a oxidarse. Ese proceso hace que se comiencen a volatilizar los aromas. En un decantador la superficie de la bebida que está en contacto con el aire es mucho mayor en comparación a la de una botella abierta. Ello ayuda, y mucho, a que se liberen aromas y sabores que, de otra manera, tardarían mucho en aparecer.


Entonces ya te compraste el decantador, o desempolvaste el que ya tenías, ¿qué vino se decanta? La verdad es que no son muchos y, ciertamente, no todos, pero acá te damos una pequeña lista para que te manejes con un poco más de seguridad.


Si acercás la nariz a la copa y no olés nada, o bien olés algo medio sulfuroso tipo huevo, se decanta. Si guardaste mucho tiempo un vino, probablemente generó sedimentos, entonces ese vino se decanta. Los vinos de alta gama que dicen en su etiqueta “sin filtrar”, se decantan también. Y, salvo casos muy excepcionales, sólo se decantan los vinos tintos, los blancos casi nunca.


Decantar no es algo cotidiano, ni una obligación. Pero es un placer tener a mano el utensilio correcto cuando damos con un vino que merece un trato especial.






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