La columna vinófila: ¿Cuánta atención hay que prestarle a los puntajes de vinos?

A propósito del reporte de Argentina 2018 que acaba de publicar el crítico de vinos inglés Tim Atkin, nuestra sommelier Ana Paula Arias te cuenta qué hay detrás de los puntajes y cómo interpretarlos.

por ANA PAULA ARIAS


“Todo esto de la catación y del paladar y que pin que pan, es para atrapar gilastros”, dice un forista del diario La Nación comentando una nota al respecto, y lo cierto es que siempre genera cierta suspicacia el tema de la crítica enológica. Pero si bien es verdad que nadie nos puede decir qué tomar, los puntajes pueden ser una manera de ver cuáles son las tendencias. 


Hoy la posta son los vinos con más fruta fresca y más mineralidad en contraposición a los hiper maderosos de hace unos años. En el ranking de Atkin se ve eso: la obsesión por estilos que sean una expresión fiel del lugar de donde salieron. Un vino de Salta, por ejemplo, DEBE tener gusto a ese terruño en particular: arenoso y arcilloso, con el sol fuerte todo el tiempo, las noches frías y la bosta del guanaco cafayateño… bueno, tanto no, pero casi.


La manera que tiene de puntuar un crítico no es la misma que tiene de hacerlo otro. Lo que para uno es de 89 puntos, para otro es de 93. Esto quiere decir que las críticas son subjetivas y el camino lo hace cada uno. Pero entonces ¿por qué a las bodegas les interesa tanto que sus vinos sean calificados? Sencillamente porque los críticos son verdaderos influencers que tienen la capacidad de generar tendencias de consumo, y eso puede resultar muy conveniente cuando se sale a pelear al mercado internacional.


Para poner un poco de luz sobre el criterio de los críticos y las revistas especializadas dejemos en claro lo básico: cómo leer los puntajes. De 89 a 93 puntos es probable que estés por tomar algo rico de verdad; si te topás con uno de más de 94, dale para adelante porque eso es memorable. Y si alguna vez tenés la suerte (es decir, el dinero) de tomarte un vino de 100 puntos, enterate: nada va a ser igual a partir de ese momento. 


Y lo más importante es que hay mucho más vino sin puntaje que vino rankeado. Así que eso es una hermosa invitación a juntarse y hacer tus propias catas a ciegas, ver lo que vale la pena y lo que no. Siempre aparece una etiqueta que da gusto haber descubierto entre amigos.





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