Diarios de cuarentena: quirófanos domésticos y miradas tersas

Como nuestras columnas no saben de fines de semana, y después de todo, el virus no sabe de días en general, volvemos a las cebollas y las reflexiones con unos párrafos de Griselda Seleme, cirujana plástica que no necesitó adaptarse a rutinas de higiene quirúrgica, pero sí a un multitasking intenso y confinado que solo puede combatirse hacia adelante.



por GRISELDA SELEME
Cirujana Plástica
Seleme Medical Beauty Expert


Un día amanecí con mis antiparras de siempre, el barbijo y los guantes que son moneda común en mi vida. Pero con un pequeño detalle: no estaba en el quirófano sino en casa. ¿Qué es esto? ¿En qué momento sucedió que, promediando la mañana, me encuentro "operando" una cebolla? Esto es una película de ciencia ficción, aquellas que hemos mirado siempre de refilón, imaginando las tramas como lejanas, como producto de mentes raras.

La realidad es esta. De un momento a otro, sin previo aviso, terminamos en estado constante de hospital. Los alcoholes a toda hora y lugar, pero esta vez no al estilo pre-quirúrgico. Al alcohol, de pronto, lo pulverizo arriba del látex, ya que el objetivo no es operar sino protegerme de un virus letal que azota al mundo y que puede estar acá nomás, sobre la lata de atún, en la manija de la puerta del súper, en este carrito. En todas partes, todo el tiempo. Un enemigo invisible que transformó a la ciudad en una especie de tropa de enfermeros.

En esta nueva etapa de mi vida he cambiado iodopovidona por alcoholes y lavandinas.
Como cirujana, la asepsia es parte de mi vida y no son pocos los que me dicen que mis hábitos rozan el TOC. Lo admito y sospecho que, luego de esto, mucho menos lo lograré cambiar.

De un plumazo pasé de la bacha del quirófano a la bacha de la cocina. Y los hago reír: es que actúo como si estuviese por entrar a cirugía e instruir a todos a mi alrededor. Para operar hay que ser una feroz guardiana de que todo se cumpla a rajatabla, y así también ejecuto en mi cocina.

Está de moda hablar de multitasking, y es que sí: somos mujeres que nos ocupamos del trabajo, la comida y el extenso abanico que incluye un sinfín de temas familiares; la combinación de las actividades domésticas con los dictados de clases, congresos. En mi caso, la indispensable actualización científica en plástica y medicina estética. Es fundamental mantener informados a mis pacientes por diferentes plataformas. Y resulta impresionante ver cómo muta todo, qué importancia toma el universo de las comunicaciones virtuales. Eso también parecía pertenecer a un futuro lejano. Pero no: acá estoy, evaluando miradas a través de una pantalla mientras el robot avisa que el brownie de mi hija ya está listo para disfrutar.

Es fantástico poder aproximar un diagnóstico a la distancia; armar un plan de tratamiento y evitar que la persona tenga que movilizarse. Ahora estoy en fase "preparar al equipo": estamos inaugurando protocolos, entrenando con nuevas estrategias que tienen que ver con la higiene y la manera en la que volveremos a movernos.

¿Las pacientes llaman, piden volver? Todo el tiempo. Estas semanas eternas generan mucho estrés, y eso se refleja en el rostro. También en el cuerpo, ya que se producen cambios hormonales que influyen en nuestro metabolismo. Por eso serán esenciales los tratamientos para tensar la piel y estimular el colágeno. Como el Ultherapy, que se hace en una sola sesión y resulta ideal para mimarse post cuarentena.

¿El bótox? Por supuesto. Siempre me preguntan. Hoy es algo totamente habitual, preventivo y realmente mágico, porque los resultados se ven enseguida. Por eso hay tanta tensión con el tema; las amantes de este tratamiento mini invasivo, tan eficaz, sufren la abstinencia y lo quieren ya.

Ayer, justamente, estaba pensando en eso. El tapabocas seguirá un largo tiempo y se transformará, tal vez, en un objeto de prevención y moda. Un símbolo e ícono de estos tiempos. Por lo tanto lo que se lucirá en extremo será la mirada. Algo semejante a lo que sucede en otras culturas, que tapan parte del rostro dejando a la vista ojos fabulosos. Bueno, más que nunca hay que poner el acento ahí. A boca tapada, mirada brillante, joven y más tersa que nunca.

Doctora Griselda Seleme



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