Diarios de cuarentena: Cuarentrella

Llega a nuestras columnas la pluma (o las teclas) de nada menos que Fernando Noy, baluarte de la cultura under, la poesía y las artes performáticas de nuestro país. En este pequeño ensayo sobre el estado actual del mundo y el universo, gritado desde una terraza, abundan los paisajes reflexivos y repletos de mamíferos, aves, reptiles, además de estrellas y barbijos.


por FERNANDO NOY

Cuarenteneamos días que nos muestran una cara oculta del futuro, intentando dejar atrás en la medida de lo posible toda la incalculable miseria, más allá de lo material e incluso etéreo que arrastrábamos, como Queja, Pesimismo, Indiferencia, que bien podrían ser en el candente bolero aquellas trillizas desde hoy intolerables: Ansiedad, Angustia y Desesperación. 

Eso además de tantos otros virus cotidianos y preexistentes dentro de un mundo polarizado, egoísta, sectario, individualista, obsceno. Es decir, fuera de la escena donde ahora logramos reencontrarnos, esta vez para siempre, aun manteniendo la distancia conveniente hasta que llegue el Fénix.

Con el barbijo han caído las máscaras y ya sabemos de quienes somos pares, en esta especie de reencuentro imprescindible donde el espejo del hombre no sea un mismo lobo sino aquella imagen luminosa de lo más amado resistiendo en conjunto. 

Mientras, intuimos que, si bien no es la primera, irremediablemente tampoco esta será la última pandemia global que nos ha de tocar sobrevivir. Las guerras o accidentes virológicos siguen reinventándose.
  
Por ahora da igual que sea de origen manipulado, natural o robótico; y tampoco importa ya tan urgentemente descubrirlo cuando, en definitiva, toda la humanidad se ve afectada como nunca y, al mismo tiempo, hermanada por sublime paradoja.

Era previsible, no solo a través de todas las profecías y escrituras, que sucediera un momento igual a este. Como los Antes y Después de tantos hitos, imposibles de enumerar.

Antes que vacunas hemos ido creando sistemas inmunizantes, como los cantos desde una terraza. Serenatas para el mismo Cristo como Mega Mantra conjurando quejas y haciendo subir nuestras más puras vibraciones para anudarse en la esperanza concreta y por sobre todo, compartida, surgiendo de cualquier grieta o cráter o abismo o sismo en que se debate nuestro venerado planeta que hasta ahora pudo resistir, aun con cambio climático y tantos otros alaridos de alerta en el devenir de los siglos.

No hay hoja de ruta previsible para el Áspid-Covid que con sus fauces rima igual que la mítica serpiente de la eternidad mordiéndose la cola. Esta vez habrá cambiado el futuro de nuestras realidades con callos en el alma. 

Desde la soledad absoluta habitada por poesía en todos sus formatos a la red invisible que libera, como esa jaula abierta desde donde volamos hacia el reencuentro de una nueva Era, más allá del tren y del mar o más acá de todos nuestros corazones, brindando a la par por haberlo comprendido.

Una incomparable estrella surge desde el arco iris después de la tormenta, trae tanta luz que se alimenta a sí misma y nos rescata.
El hexagrama del sabio I Ching ahora consultado pontifica la ley de un destino superior: "Bienaventuranza. Era preciso cruzar las grandes aguas".

Mantenerse unido a lo que irradie amor será nuestra más grande Ventura-aventura, junto al universo entero. Bendecir significa ayudar. Por suerte, al fin, en eso andamos. Un himno algo mutante nos recupera la sonrisa:

"Coronados de virus estaaaamos
y juremos
con gloooria
... VIVIR!!!”



Comentarios