Diarios de cuarentena: Cuarentena de una cuarentona que escapó a Monte

Continuamos con nuestras renovadas columnas, y le damos el teclado en este caso a Catalina Lanús, renombrada periodista que, en tiempos pandémicos, agarró sus petates y partió rumbo a la naturaleza, donde la escapatoria a las noticias y la realidad tampoco es posible, pero al menos se sobrelleva entre la fauna y la flora.


por CATALINA LANÚS


Este es el relato de la cuarentena de una cuarentona que se escapó a Monte, al verde más puro, el miércoles antes del viernes en el que nadie pudo moverse más.

No me quejo, los metros sobran, hay aire y hay huerta. No hay bichos raros cerca por ahora, salvo un ñandú, un zorro o un caballo. Al pueblo se va poco (lo mínimo), y se come y se bebe como no se debe. Todo se limpia cuando llega: el pan, la leche, las galletas, los tomates… Y todo queda impoluto, sagrado, queda sin nada malvado.

No puedo creer lo que pasa. Muchas veces me despierto y pienso “¡Fue una pesadilla!” Y prendo la televisión, y ahí está todo el mundo, TODO EL MUNDO, con el foco en un minúsculo virus que ataca y hace estragos. Paradojas de la vida. Me da miedo y no soy miedosa. La salud, la economía…

A pesar del microclima, en la casa la rutina diaria no afloja: se trabaja, se cocina, se estudia, se limpia y no se plancha. Somos seis en la casa. El lavarropas da mil vueltas por día como yo, que me conecto y desconecto a cada instante, como muchos, como todos. Voy y vengo por la casa, llamo y llaman para seguir con el trabajo, el de editora, comunicadora, que sigue el ritmo de la agenda como si nada o como si todo. La computadora es mi oficina, mi sala de reuniones, mi café con amigas, mi brindis de alguna noche con alguna trasnochada. Mi living para encuentros digitales.

El celular es mi veo-veo, y veo todo en vivo y en directo; que todos comen y cocinan más que nunca, que las recetas vuelan, que hay clases de gimnasia para todo el mundo, pedidos solidarios, donaciones y oraciones en cadena, mil modelos de barbijos, políticos que se tiran la pelota, cien vacunas que están por llegar pero no llegan todavía, virulentas cadenas maliciosas, casos que afloran poco a poco, fotos de viajes que se hicieron, muertos que se suman a la cuenta, argentinos varados por el mundo y otros felices que volvieron, delivery de lo que se te ocurra, un mundo loco y desquiciado, alegre, triste, solidario, complicado. Humanidad en su máxima expresión.

Extraño. Extraño los abrazos, los besos, los encuentros en familia y con amigos, vivir fuera de casa en armonía. Extraño los brindemos por la vida en cercanía. Extraño el mundo que se fue, espero que vuelva.

Tan extraño.



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